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En mis palabras

En una imaginaria velada reúno a mis hermanos. En los Molachos y al son de un bolero el alcohol circula entre la mesa, la mano proverbial de Don Luis y nuestras gargantas.
Eric el Cid Urbano, desengañado y ronco, jura por los labios de una polaca que besa al otro lado del océano mientras desmitificaba a la vieja Europa.
Al mismo tiempo Cambero solicita la palabra y con voz de diarista melancólico y ensimismado habla de unos senos intrépidos que conoció por allá en sus primeros años de incendiario y poeta.
El discreto Víctor, más reflexivo, más audaz y el menos atrabiliario de todos, diserta con elocuencia sobre el gusto inefable que se halla en la humedad de una hembra que no es nuestra sino del bebedor anónimo en la mesa de al lado o de cualquier otro.
Uc pide un tango y un trago más. Terrorífico y fatal, buscador incasable de absolutos, presuroso, grave y definitivo, nos habla de la muchacha que el otro día le mostró un escote tan breve como la palabra sur.
Por mi parte, les hablo acerca de Raquel y sus senos inverosímiles que una tarde vi en Coyoacán; de María José y su forma obscena y púbica de tomar notas en el cuaderno; de Georgina y sus zapatos azules y su cabello también azul y disidente de la burguesía. Les hablo de Katia, madre soltera de cuya blancura no quiero acordarme y de Tania y su frente limpia de niña purificada en una orgía.
Cuatro ciudades: Guadalajara, México D.F., Valencia y Rosario.
Tres países: México, España y Argentina.
Dos continentes: América y Europa.
Cinco nombres: Cambero, Eric, Uc, Víctor y Jonathan.
Cada quien va a registrar con absoluta libertad lo que mejor le venga en gana. La bitácora es comunal. Este método de autopublicación es para todos. No compartimos el pan ni la mesa, pero compartimos la palabra y estamos juntos hasta que la cantina del Molachos nos vuelva a reunir en Guadalajara.

Al sur de la Cd. de México D.F.
Jonathan.

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