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Respuesta de un hombre derrotado y humillado

Ante tal demostración de lirismo, opulencia y hedonismo, sólo queda tomar mis pobres enchiladas y encerrarme en mi humilde habitación tapatía. Podría derramar unas cuantas lágrimas de vergüenza y humillación, pero después de unos minutos de reflexión prefiero estar contento por la suerte de mis buenos amigos (dos de los que más estimo), a quienes deseo sinceramente sino lo mejor del mundo, por lo menos lo mejor de Europa.

Víctor Arroyo

P. D. Ya habrá tiempo para las enchiladas, y no sólo para los afortunados viajeros.

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