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Estrategias para el crudo invierno que se avecina


Tener cerca un hombro de mujer donde reposar la cabeza para calentar barbilla y orejas.

Una que otra caricia ocasional pero de siempre, que frote la piel y contagie calor.

Unas manos largas que cubran los dedos fríos heredados de nuestros abuelos.

Unos labios que cambien el aire helado por vapor tibio para la boca.

Dos ojos negros que acobarden al cielo (amenazante de lluvia).

Pelo largo que cobije y nos recuerde que no estamos solos en el filo de este otoño.



cid friolento

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